¿Es suficiente con ‘compensar’ la contaminación aérea con acciones solidarias? ¿Es posible?

Escrito por: Paco Díaz. Destino Solidario. - 05•Jun• 13

Ingresos por turismo internacional por regiones. OMT

Los ingresos derivados del turismo internacional en destinos de todo el mundo crecieron un 4% en 2012, hasta rondar los 840.000 millones de euros, gracias al incremento de desplazamientos de viajeros entre fronteras, que, por primera vez en la historia, superó los 1.000 millones, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). A la hora de calcular el valor total de las exportaciones generadas por el turismo internacional, hay que tener también en cuenta los derivados del transporte de viajeros entre países, que sumaron otros 170.000 millones de euros. Esto supone que en 2012 el volumen de exportaciones de este sector sobrepasó por primera vez el billón de euros. Y se espera que la evolución continúe al alza. 

“Teniendo en cuenta que el turismo es una exportación clave para muchas economías del mundo, este resultado es una buena noticia, ya que proporciona reservas de divisas a los destinos y contribuye a la creación de empleo, tanto en el turismo como en sectores económicos afines”, según el secretario general de la OMT, Taleb Rifai.

Pero el turismo es un ejemplo de cómo el crecimiento económico no significa necesariamente desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

La aviación en el cambio climático

En el Día Mundial del Medio Ambiente, analizamos el impacto que uno de los subsectores de actividad, el transporte aéreo tradicional, tiene en el entorno. Según datos de organismos oficiales, la actividad de la aviación en el mundo es causante de en torno al 2% de las emisiones totales de CO2 generadas por la acción humana, lo que le otorga un papel de gran relevancia en la contaminación atmosférica y el cambio climático.

(Foto de Paco Díaz).

Teniendo en cuenta esta circunstancia, sorprende que la actividad de las aerolíneas no fuese considerada en el Tratado de Kyoto, en el que se intentaba regular este tipo de emisiones. Esta circunstancia, unida al creciente volumen de desplazamientos aéreos, tiene un impacto directo en términos de incremento global de los gases de efecto invernadero y anula los resultados positivos que en este ámbito se han logrado en otros sectores de actividad en los últimos años.

En esta línea, y en un intento de frenar, o al menos suavizar, estos impactos negativos de las emisiones del tráfico aéreo en la atmósfera, la Comisión Europea aprobó en el año 2008 una directiva que incluye al sector de la aviación en el control y comercio de emisiones de C02 a partir del año 2012. Esta normativa es de aplicación a todas las compañías aéreas que operen en la UE, aunque su sede esté en otra región geográfica.

Se establece un sistema de derechos, por el que las aerolíneas tendrán que pagar en función de sus emisiones de dióxido de carbono. La asignación de estos derechos se deja en manos de cada uno de los estados miembros, que la revisarán de forma anual. Si las compañías incumplen esta obligación, se contemplan sanciones, que van desde el pago de multas hasta la prohibición de operar en Europa.

En algunos países, como China e India, la medida fue mal acogida e, incluso, desde estamentos políticos se instó a las aerolíneas a no pagar la tasa fijada por la Unión Europea.

La compensación a través de otras acciones

La directiva europea no es la única herramienta orientada a paliar los efectos negativos de la aviación mundial sobre el medio ambiente y el clima. Una de las fórmulas complementarias, planteada por las propias compañías, es la «compensación de emisión de carbono» o «carbon offsetting«, que tampoco está exenta de polémica. Se trata de que las compañías aéreas contribuyan a combatir el cambio climático a través de la financiación de proyectos sostenibles en todo el mundo.

En concreto, una parte de los ingresos por billetes aéreos se destina a un fondo que respalda proyectos de reducción de gases invernadero. Ejemplos de los mismos serían la investigación para sustituir el combustible no renovable, como el carbón, por energías renovables, como la solar; acciones de reforestación de bosques, que ayudan a absorber CO2 de la atmósfera, o el desarrollo de las energías renovables en países empobrecidos.

Hoy, que celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, nos preguntamos ¿entiende el medio ambiente este diálogo de compensaciones? o ¿realmente el cambio climático en el que estamos ya envueltos simboliza que hablamos idiomas diferentes?

Compromiso y responsabilidad de todos

Es cierto que la compensación no puede resolver el problema del cambio climático, ya que no actúa en la fuente real de CO2, cuestión que parece aún muy lejana de alcanzar en el tiempo.

Cada uno de nosotros podemos poner también nuestro granito de arena en esta lucha por la protección de la atmósfera y el clima, valorando las diferentes opciones que tenemos a la hora de viajar. Existen ya sistemas y herramientas que permiten comparar entre las emisiones de CO2 de diferentes compañías que vuelan a un mismo destino. Podemos racionalizar nuestros viajes, evitando desplazamientos no necesarios o utilizando otros medios de transporte menos contaminantes, así como examinar la oferta de vuelos existente para encontrar la menos dañina para nuestro entorno.

No olvides que tú decides el tipo de viajero que quieres ser.

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