Convertirse en viajero solidario es dar un paso más en el concepto de viajar. Supone no sólo visitar un lugar y sus gentes, sino conocerlos, convivir, compartir e intentar contribuir a construir un mundo mejor y más justo.
El viajero se convierte en parte integrante de un proyecto de cooperación y desarrollo, participando directamente en el mismo con su trabajo.
El turismo es un sector de actividad que puede contribuir de forma importante al desarrollo de zonas empobrecidas. Si se enfoca de forma respetuosa y sostenible, puede actuar como un factor de protección de tradiciones culturales y locales y de espacios naturales. Para ello, es importante mantener en todo momento una actitud de empatía, respeto y armonía con el entorno y las personas que nos acogen.
La solidaridad es más que hacer un donativo. Muchas personas no se conforman con ser meros espectadores lejanos de otras realidades, sino que se involucran en ellas y las hacen parte de su vida, en la búsqueda de soluciones y de un futuro mejor. Sin embargo, no todas las personas con este tipo de inquietudes e intereses pueden dejar a un lado su vida profesional y familiar por largos periodos de tiempo para dedicarse al voluntariado o la cooperación. El turismo solidario les da la posibilidad de hacerlo durante unos pocos días o semanas.
La convivencia con las comunidades y la participación en los proyectos sensibilizan y conciencian a las personas implicadas y, en ciertos casos, pueden contribuir a crear relaciones más estables entre visitantes y comunidades.
Involucrarte directamente en un proyecto de cooperación al desarrollo supone formar parte de una gran familia, estar dispuesto a dar, pero también abierto a recibir, en un intercambio mutuo constante y enriquecedor. Con una actitud positiva aprenderás cosas nuevas sobre ti mismo y sobre los demás y podrás superarte cada día.